La Paciencia en Tiempos de Cuarentena…

En estos tiempos cuando los días van pasando y la situación de cuarentena sorprende nuestra manera de ser y de estar en nuestros quehaceres, en nuestras relaciones, en nuestros encuentros, en nuestras oraciones…En esta realidad anhelamos que todo pase ligero, y según nuestra manera; nos angustiamos y añoramos la inmediatez, las urgencias, acciones que nos ponen en movimiento constante fuera de nosotras/os mismas/os.

Vivir desde fuera se ha convertido en nuestra cotidianidad desde hace muchos años; pero resulta que ahora la cuarentena nos sorprende, y nos invita a vivir hacia dentro: de la comunidad, de la familia, de mi rinconcito…Lo cierto es que, asumimos de manera voluntaria la cuarentena, pensando en nuestra gente, las de dentro y las de fuera…también pensando en mi propia seguridad.

El confinamiento se ha convertido en el lugar y el espacio que rompe los esquemas establecidos de nuestra rutina, nos da la oportunidad para encontrarnos más con las/os hermanas/os de comunidad, con la familia…conmigo misma/o.

 El problema es, que no nos acostumbramos a vivir hacia dentro; se nos hace muy largo esta nueva realidad; porque no sabemos estar, no somos pacientes, y necesitamos hacer otras cosas, la de la inmediatez, de las urgencias, nos las inventamos para calmar nuestra intranquilidad, nuestro no saber estar de manera diferente. La cuarentena nos invita a ser pacientes históricos para convertirnos en pacientes pastorales, comunitarios.

En cuarentena nos entrenarnos para saber acompañar y estar con nuestro pueblo después…ya que la soledad de nuestra gente se hace sentir, el hambre, el desempleo, la lucha por sobre vivir… ¡Cuánto dolor y sufrimiento, periferias existenciales, encontraremos a la orilla del camino! Esto exige desaprender y aprender una nueva manera de estar con nuestra gente y de estar como pacientes pastorales.

En esta reflexión evoco la cita de 2 Pe 3,15 ¨La paciencia de Dios es nuestra salvación. ¨ Significa tener la certeza de que Dios está involucrado en toda nuestra experiencia, y en ella, nos está salvando. Es la manera de hacerse con nosotros, Dios sufre, y le duele nuestro dolor y sufrimiento, y pacientemente nos lleva en su corazón, apuesta por cada una/o, y sabe que, en medio de nuestros miedos y desconciertos seremos capaces de dar un paso hacia delante y decidirnos acompañar pacientemente a nuestros hermanos/as en su angustia y en su soledad.

La paciencia de Dios nos acompaña y nos espera, esto nos contenta el alma y nos hace salir de nuestra  autorreferencialidad, para aprender a estar con los demás, y también para llevar en lo más profundo de nuestro corazón a nuestro pueblo, sufrir pacientemente con ellos, y acompañarlos a la manera de Dios, no haciendo cosas, sino estando con ellas/os, compartiendo sus luchas y esperanzas, con gestos humanizadores y esperanzadores, mirando las periferias existenciales, acercarnos y comprometernos fraternalmente, como el buen samaritano, como el dueño de la viña que sale a buscar trabajadores desempleados… Aprovechemos nuestra cuarentena para crecer pacientemente a la manera del Dios de Jesús que nos salva acompañándonos y cuidando de cada uno con ternura y misericordia.

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